Es una infección severa, incapacitante y con frecuencia potencialmente mortal que se observa en los bebés. Una mujer embarazada que tenga sífilis puede pasarle la enfermedad al feto a través de la placenta.
La sífilis congénita es causada por la bacteria Treponema pallidum, la cual se transmite de la madre al niño durante el desarrollo fetal o al nacer. Casi la mitad de todos los niños infectados con sífilis mientras están en el útero muere poco antes o después del nacimiento.
A pesar del hecho de que esta enfermedad puede curarse con antibióticos si se detecta de manera temprana, las crecientes tasas de sífilis entre mujeres embarazadas en los Estados Unidos han aumentado recientemente la cantidad de bebés nacidos con sífilis congénita.
Los síntomas en los recién nacidos pueden incluir:
Los síntomas en bebés mayores y niños pequeños pueden incluir:
Si se sospecha el trastorno en el momento del nacimiento, se examinará la placenta en busca de signos de sífilis. Un examen físico del bebé puede mostrar signos de hinchazón del hígado y del bazo e inflamación del hueso.
Se hace un examen de sangre de rutina para sífilis durante el embarazo. A la madre se le pueden practicar los siguientes exámenes de sangre:
A un bebé o a un niño se le pueden hacer los siguientes exámenes:
La penicilina se utiliza para tratar todas las formas de sífilis.
Muchos bebés que resultaron infectados a comienzos del embarazo son mortinatos. El tratamiento de la futura madre disminuye el riesgo de sífilis congénita en el bebé. Los bebés que resultan infectados al atravesar la vía del parto tienen un mejor pronóstico.
Los problemas de salud que pueden presentarse si un bebé no recibe tratamiento incluyen: