Los trastornos hemorrágicos son un grupo de afecciones en las cuales hay un problema con el proceso de coagulación sanguínea del cuerpo. Estos trastornos pueden llevar a que se presente sangrado intenso y prolongado después de una lesión. El sangrado también puede iniciarse de manera espontánea.
Los trastornos hemorrágicos específicos también incluyen:
La coagulación normal de la sangre involucra componentes sanguíneos llamados plaquetas y hasta 20 proteínas plasmáticas diferentes. Estas proteínas son conocidas como factores de la coagulación o factores de la coagulación sanguínea. Estos factores interactúan con otros químicos para formar una sustancia que detiene el sangrado llamada fibrina.
Se pueden presentar problemas cuando faltan ciertos factores de la coagulación o estos están muy bajos. Los problemas de sangrado pueden ir desde leves hasta graves.
Algunos trastornos hemorrágicos están presentes desde el nacimiento y se transmiten de padres a hijos (hereditarios). Otros se desarrollan por:
Los trastornos hemorrágicos también pueden resultar del número y funcionamiento de las células sanguíneas que promueven la coagulación de la sangre (plaquetas). Estos trastornos también pueden ser hereditarios o desarrollarse más tarde (adquiridos). Los efectos secundarios de ciertos medicamentos con frecuencia llevan a las formas adquiridas.
Los síntomas pueden incluir cualquiera de los siguientes:
Los problemas que ocurran dependen del trastorno hemorrágico específico y de su gravedad.
Los exámenes que se pueden realizar incluyen:
El tratamiento depende del tipo de trastorno y puede incluir:
El desenlace clínico también depende del trastorno. La mayoría de los trastornos hemorrágicos primarios se pueden manejar. Los que se deben a enfermedades, como el CID, dependen de qué tan bien se pueda tratar la enfermedad subyacente.
Las complicaciones pueden incluir:
Dependiendo del trastorno, se pueden presentar otras complicaciones.
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