Insuficiencia cardiaca tardía es evitable con seguimiento de cardiotoxicidad a largo plazo en cáncer de mama

Durante el congreso la Dra. Nilda Espínola Zavaleta resaltó que la literatura indica que 9% de personas con tratamiento de antraciclinas para atender diversos tipos de cáncer desarrolla cardiotoxicidad y 98% de esa cifra se presenta durante el primer año, en tanto que entre 2% y 6% la desarrollan diez años después.

Sin embargo, tras presentar el caso de una paciente que recibió quimioterapia en la década de los años 90 y en 2013 comenzó con una serie de problemas cardiovasculares a los que ha dado seguimiento hasta la fecha, afirmó que es de suma importancia identificar la cardiotoxicidad para asegurar el tratamiento adecuado de los pacientes de riesgo y evitar la insuficiencia cardiaca tardía.

"El creciente progreso en la quimioterapia ha reducido la tasa de mortalidad de muchos tipos de cáncer, lamentablemente muchas de estas terapias se ven afectadas por el riesgo de cardiotoxicidad que impacta en la calidad de vida y sobrevida de los pacientes. La insuficiencia cardiaca es una de las expresiones clínicas más dramáticas de la cardiotoxicidad y puede ocurrir de forma aguda o aparecer años después del tratamiento", explicó.

Puntualizó que en el hospital privado en el que labora se estudia a pacientes con cáncer de mama que van a tratamiento con quimioterapia y de ahí surgió el interés en evaluar específicamente a una mujer de 73 años que fue diagnosticada con cáncer de mama estadio 2b del lado izquierdo en 1990.

La paciente, que en ese tiempo tenía 52 años, fue a radioterapia, cirugía y quimioterapia con antraciclinas. En 2013 inició con síntomas de insuficiencia cardiaca; tenía falta de aire y fatiga, por lo que le realizaron un ecocardiograma y se encontró que tenía dilatación de la aurícula izquierda y cinesia del ventrículo izquierdo, lo que derivó en un diagnóstico de miocardiopatía dilatada secundaria a antraciclinas.

La paciente recibió un tratamiento con beta-bloqueante con inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina y diurético, con lo cual presentó mejora y un año después inició con síncope y debilidad, por lo que acudió al Instituto Nacional de Cardiología para recibir atención.

Tras detectar un bloqueo auriculoventricular de segundo grado, la mujer fue programada para la colocación de un marcapasos que reflejó una mejora en la fracción de expulsión de 45% a 48% con el tratamiento que le dieron, pero esta disminuyó a 40% en 2019 y a 39,3% en 2021.

"Cuando llegó a mi consultorio le hice un ecocardiograma y encontré este porcentaje, por lo que añadí a su tratamiento dapagliflozina, un nuevo fármaco que ayuda en los pacientes con insuficiencia cardiaca y que normalmente se indica en diabetes para el control del azúcar. Ahora tiene el tratamiento completo y hace un mes volví a hacer un ecocardiograma y encontré que la fracción de expulsión disminuyó ligeramente a 38,2%, pero la paciente está estable y eso es lo más importante", destacó.

La Dra. Espínola comentó a Medscape en español: "Lo novedoso del caso es que los estudios que abordan la cardiotoxicidad rara vez se centran en pacientes que recibieron tratamiento contra cáncer con tantos años de antigüedad y aunque el caso de esta paciente es ‘muy raro’, no significa que no se deba analizar la cardiotoxicidad a un plazo mayor de diez años".

"Estamos ante un seguimiento de cardiotoxicidad a largo plazo y en esta paciente se logró descartar otra patología que podría causar dilatación y disfunción ventricular, como miocarditis viral o enfermedad coronaria mediante una tomografía de las arterias. Es importante visibilizar estos casos extraños porque eso nos permitirá cuidar de todos los pacientes, darles el tratamiento adecuado y un seguimiento que les permita tener una buena calidad de vida", concluyó.