Aún a día de hoy, los cirujanos de todo el mundo se ven abocados a recurrir a los puntos de sutura y a las grapas para ‘cerrar’ las incisiones realizadas en tejidos y órganos y, así, facilitar su curación (la consabida ‘cicatrización’). El problema es que estos puntos y grapas, además de asociarse a un riesgo nada desdeñable de infecciones, casi nunca procuran un sellado inmediato de la ‘lesión’.
En el futuro podríamos ser capaces de regenerar nuestras propias extremidades, creen científicos británicos. Un equipo de la Universidad de Manchester, Inglaterra, recibió US$16 millones de dólares para estudiar la forma como los animales son capaces de regenerar tejidos en su organismo. "El proyecto intenta develar las claves genéticas que permiten que ciertos anfibios se recuperen de heridas graves y regeneren nuevos tejidos", dijo el profesor Enrique Amaya, jefe del proyecto.
La simulación del cerebro mamífero por medio de una supercomputadora es uno de los proyectos más ambiciosos de la neurociencia. Dentro de nuestra cabeza se encuentra un bosque de millones de neuronas que se entretejen entre sí para crear los pensamientos. El hombre ha buscado descubrir los secretos del cerebro durante siglos, con éxitos en algunos campos. Pero hasta ahora, los avances en esta ciencia se han visto limitados por el poder de las supercomputadoras.
Ya no habrá que echar mano a un telépata para saber qué piensa otra persona; un grupo de científicos anunció que logró monitorear pensamientos gracias a un escáner aplicado a un cerebro. Equipos de trabajo del University College de Londres y de su homónimo de Los Ángeles pudieron establecer de esa forma qué imágenes miraba la persona estudiada o qué sonidos escuchaba.
Científicos de la Universidad de Edimburgo crearon la primera serie pura de células madre del sistema nervioso central, a partir de las células madre de un embrión. Las células madre nerviosas son las que ayudan a desarrollar el cerebro y el sistema nervioso central. El objetivo a largo plazo es usar la nueva técnica para producir tejidos cerebrales que sirvan para reemplazar los tejidos dañados por enfermedades como Alzheimer o Parkinson.
Pinzas artificiales manipulan tejido humano. Sellan vasos sanguíneos y acceden a cavidades de díficil acceso libres de cualquier temblor o alteración del pulso. Son más eficaces que nuestras manos y, sin embargo, no son más que la marioneta del cirujano. Quien las maneja mediante una consola quirúrgica situada en el mismo quirófano.